Existe un lugar mítico...misterioso y lleno de aventura.
Se encuentra en Zimbabwe.
¿No has oído hablar nunca de las Ruinas de la ciudad perdida del oro?
No recuerdo su nombre. Se que era de Bélgica, no era joven, no era mayor.
Usaba gafas y era delgado. Solo pasaba por allí, como yo.
En las afueras de Windhoek, Namibia, un bar cualquiera y en algún momento de 2004 cerveza en mano.
-Si. He oído historias de la ciudad perdida del oro y de las minas del Rey Salomón. ¿Por que?
Con cara de intrigado me respondió. -Porque dicen que existieron. Las descubrió Karl Mauch y están en Zimbabwe. Son las ruinas del Gran Zimbabwe.
-Cuéntame más. Le dije.
-No se puede ir hasta allí. Nadie va! Zimbabwe es inaccesible en este momento. Además están en un lugar remoto. Solo oirás historias...nada más.
Unas semanas después llegué. Lo conseguí.
No había nadie...solo yo, unos monos y el guarda de las ruinas.
En 2005 nada era como hoy en día.
Me costó semanas llegar, entrar al país, atravesarlo y adentrarme hasta Masvingo para hacer los últimos casi 20 kilómetros a pie para poder llegar hasta las ruinas.
Nunca olvidaré esos días allí. Solo. Unas ruinas arqueológicas solo para mi.
Me sentí Indiana Jones o Allan Quatermain. Saltando entre las salas, por los muros, pasadizos...todo aquello era mio para explorarlo a mis anchas.
No vino nadie a molestar o a visitar. No existía internet, ni las redes sociales, ni nada.
Dibujé en mi diario las ruinas, el águila de piedra, los diseños en los muros. Tomé medidas y estudié toda la zona.
Exploré y dejé parte de mi corazón allí. Si...allí se quedó.
Unos 12 años después organizo safaris y viajes de aventura con mi propia empresa y llevo a viajeros a estas ruinas para que las descubran, las descubran conmigo.
Lo que no saben es que no les llevo solo a unas ruinas...les abro un trocito de mi corazón.
Si, seguro que se puede visitar el Gran Zimbabwe con otras empresas hoy en día y con otros guías...ya no hay problema para eso....pero conmigo es diferente porque yo me estoy descubriendo cuando estoy allí. Sin coraza, ni escudo.
Cuando estoy ahí soy aquel de hace años y el yo actual se queda en la entrada.
Pero seguramente nadie lo notará ya que va por dentro.
No es solo que me apasionen estas ruinas es que realmente creo en el misterio que las envuelve.
O quiero creerlo.
Y pienso que el mundo necesita más magia y menos ciencia.
¿Existieron las minas del Rey Salomón? ¿Fue esta la ciudad perdida del oro?
Las evidencias de muchas de estas historias son evidentes.
Las minas de oro de la zona, las reliquias de oriente medio, de China, de Egipto y más allá encontradas en las excavaciones arqueológicas....los relatos de la biblia Etíope sobre el reino de Ophir y sus tesoros...
Algo existió, eso es evidente, hasta que punto es real ya es cosa del observador.
Lo que si que es cierto es que es la construcción antigua más grande de toda el África Subsahariana, la civilización más grande del sur de África, de increíbles riquezas, inagotable fuente de oro y marfil y hogar de un gran reino.
Pasear por sus salas y espacios de roca nos traslada a un mundo de comerciantes, mercaderes, sacerdotes y nobles en una África aun en la edad del metal!
No me cansaré jamás de volver a este lugar, de ir con nuevos aventureros a redescubrir la historia del lugar y a explorar.
Porque hablar del Gran Zimbabwe es hablar de mi.
Dani Serralta